VULGARISMOS – INTRODUCCIÓN
La palabra vulgarismo proviene del latín vulgus (vulgo, pueblo), y más concretamente del adjetivo vulgaris (del pueblo). En sentido popular puede entenderse vulgarismo como una expresión o palabra del registro popular y ajena a la lengua culta; de manera que se trata de expresiones que no están aceptadas por las instituciones oficiales dedicadas a dictar los correctos usos de la lengua (como la Real Academia Española).
Los vulgarismos o términos patrimoniales son, por lo tanto, palabras que forman parte del fondo originario de una lengua romance ( español, italiano, francés…). Se generaron aproximadamente entre los años 500 y 800 d.C por deformación popular del latín hablado por comunidades que, hundido el Imperio romano occidental, quedaron sin la educación que Roma proporcionaba. De esta manera, la gente más humilde empezó a modificar la lengua según las tendencias fonéticas de cada zona, provocando el nacimiento de las lenguas romances.
Sin embargo, muchas expresiones que antiguamente se consideraban vulgarismos hoy son aceptadas y son de uso común debido a su utilización constante entre la población. Es habitual que estas palabras o expresiones vivan ciclos de exclusión y aceptación a lo largo de los años, de forma que lo que empezó siendo rechazado como vulgarismo, termine formando parte de la lengua oficial.
Los vulgarismos vienen, generalmente, a reemplazar expresiones asociadas a la frialdad de lo culto y académico. Cuando estas nuevas palabras triunfan, las que han sido sustituidas pasan a llamarse arcaísmos y se van usando cada vez con menos frecuencia. La lengua vive en un estado de constante evolución y, por lo tanto, se van inventando nuevas palabras y expresiones. El hecho de que algunas de ellas pasen al olvido o no lleguen a extenderse lo suficiente y otras sí lo hagan, tiene únicamente causas sociales.
El lenguaje, al fin y al cabo, lo hacen los hablantes.
Los vulgarismos no han de ser necesariamente signos de ignorancia, sino que dependen del contexto (la región) en el que se halla el hablante. Hasta no hace mucho, no era raro que se trataran como vulgarismos simples variantes del español, en particular muchos giros americanos que actualmente están aceptados como correctos.
Los vulgarismos pueden ser expresiones morfológicas, fonéticas o léxico-semánticas empleadas en lugar de otra palabra considerada correcta.

LÉXICO-SEMÁNTICOS
El nivel léxico-semántico de la lengua se refiere tanto al origen y a la forma de las palabras de nuestro idioma como a su significado y relaciones de sentido que las palabras establecen entre sí.
Podemos considerar vulgarismos léxico-semánticos a los que se producen a causa de la utilización de palabras con significado impropio por confusión. Por ejemplo (pederasta por pediatra); al uso de tacos o palabras malsonantes en una conversación y/o al abuso de muletillas tales como o sea, vale o bien.
También es común el empleo de palabras obtenidas de otras lenguas, como resetear proveniente de la palabra inglesa reset. Por otro lado, la etimología popular también es considerada un vulgarismo, por “etimología popular” entendemos la interpretación espontánea que se da vulgarmente a una palabra relacionándola con otra de distinto origen, pudiendo originar cambios semánticos o fónicos (gomáticos/neumáticos).
Muchas veces, la gente tiende a añadir sílabas a palabras en las que no son necesarias, de esta manera, palabras como concreción pueden llegar a ser dichas como concretación. Este tipo de fallos tienden a ser los más comunes entre la población actual.
También son constantes el uso por equivocación de ciertos giros inapropiados dentro de una conversación o redacción en lugar de los correspondientes. Este fallo puede hacer entender al receptor que la persona hablante desconoce el uso correcto de dichas expresiones.
El conjunto de los vulgarismos léxico-semánticos que han sido expuestos son los principales que son cometidos hoy en día en España. Tanto estos, como los morfosintácticos o los fónicos hacen un gran daño a nuestra lengua, esto podría verse casi anulado con el incremento de la lectura tanto en mayores como en niños y niñas y refuerzos en la educación.
FÓNICOS
El vulgarismo fónico consiste en una deformación fonética propia de ciertos registros idiomáticos de carácter popular y, en general, de bajo nivel cultural.
Son ejemplos como:
- Incremento de sílabas. Arrejuntar (la sílaba -a+-rre) o bacalado (la letra -d)
- Cambio de consonantes. Celebro (la -l por la -r) o chalchichón (la-ch por la -s)
- Cambio de vocales. Intierro (la -i por la -e) o mondarina (la -o por la -a)
- Incremento de letras. Asín (la letra -n) o inmaginar (la letra -n)
- Supresión de letras. Toavía (la letra -d) o pograma (la letra -r)
Frecuentemente el vulgarismo fonético resulta de desconocer el lenguaje. El hablante intenta entonces pronunciar una palabra de cuya forma no está seguro o desconoce produciendo deformaciones como tregiversar y tragiversar en vez de tergiversar o asoleto en vez de obsoleto.
La pronunciación vulgar se opone a la pronunciación culta o correcta, pero no es fácil trazar una división definida y precisa entre ambos conceptos. Vulgarismo y corrección son, en realidad, categorías sociales (no lingüísticas) y por lo tanto cambiantes con el paso del tiempo o de lugar. Lo que hoy se considera vulgar dejará de serlo si el conjunto de los hablantes decide adoptarlo mayoritariamente. Como ha ocurrido con almóndiga, cuando correcto es decir albóndiga.
Se entiende por dialectalismo fonético aquellas desviaciones o alteraciones de la pronunciación normativa que resultan de la influencia de las diferentes modalidades regionales o locales o incluso del contacto con otras lenguas, allí donde el español convive con alguna de las llamadas lenguas autóctonas o vernáculas.
No se deben confundir las pronunciaciones vulgares, evitables e identificadas con usos de la lengua socialmente desprestigiados, con las pronunciaciones dialectales, que permiten identificar la procedencia geográfica de los hablantes, a los que corresponde adoptar la variante de habla más apropiada de acuerdo con sus intereses.
MORFOSINTÁCTICOS
Los vulgarismos morfosintácticos son aquellos producidos tras cometer un error en la morfología de las palabras, es decir, un fallo en la estructura o composición interna de las palabras y sus derivaciones. Los vulgarismos morfosintácticos más comunes son:
- El fallo en la conjugación de los verbos haber, andar, ser, hacer y escribir. Ej: Nosotros semos de málaga, No hací los deberes de física
- Invertir el orden de los pronombres (me, te; se). Ej: Se me ha roto la impresora, te se ha muerto el canario
- Empleo erróneo de los determinantes (como al añadir los determinantes el o la delante de un nombre propio) Ej: El Manuel; La Ana
- Frecuentes errores de concordancia o uso de anacolutos. Un anacoluto consiste en el dejar una palabra o un grupo de palabras sin concordancia del resto de la frase. Ej: Se reciben 3 personas a la hora (Se reciben 3 personas por hora)
- Las Ultracorrecciones. Consiste en la modificación errónea de la estructura de una palabra, con el deseo de adoptar un estilo culto o por considerar que esta es incorrecta o poco culta. Ej: Bacalado, efestivamente.
- Empleo de la 3.ª persona en lugar de la 1.ª. Ej: Yo no lo ha visto (Yo no lo he visto). Yo no lo ha acabado (Yo no le he acabado)
- Uso innecesario del sufijo -mente. Ej. Suponiblemente, malamente, sobradamente.
LOÍSMO,LEÍSMO,LAÍSMO;
Estos son los errores que se cometen al usar los pronombres átonos (lo,los,la,las,le,les). Para el correcto uso de estos pronombres los clasificamos en tres:
- LOÍSMO: Este error cometido a menudo es el uso erróneo de los pronombre lo o los en función de un complemento indirecto y de género masculino, tanto de una persona como de una cosa.
El uso correcto para estos dos pronombres átonos sería como complemento directo,
unos claros ejemplos para el uso correcto de los pronombres sería;
ME LO ENCONTRÉ EN LA CALLE
- LEÍSMO: Este es el uso erróneo de los pronombres átonos le y les, usandolos como complemento directo cuando se deberían de usar como complemento indirecto. Este pronombre es usado erróneamente ya que en su lugar deberían de ir los pronombres lo,los,la,las.
En el caso de usar los pronombres le y les sería así;
YO NUNCA LE CONTÉ A MI MADRE NADA
- LAÍSMO: Este es el uso erróneo de los pronombres la,las cuando se tendrían que usar los pronombres le,les. La forma errónea de usar el laísmo es con los complementos indirectos cuando se tendría que usar como complemento directo. Un ejemplo es;
LA BUSQUÉ EN LOS TRES PISOS
QUEÍSMO Y DEQUEÍSMO;
El dequeísmo y el queísmo han estado siempre relacionados. Además siempre han tenido un denominador en común que es la desviación de la norma. Primero con el empleo de la conjugación con de y que. Y en segundo caso igual pero no se usa la preposición.
- QUEÍSMO: Este consiste en prescindir de la preposición de delante de la conjunción que, un ejemplo es; ME ACUERDO QUE LLOVÍA.
- DEQUEÍSMO: Este consiste en el uso incorrecto de la preposición de delante de la conjunción que, un ejemplo es; LE PIDIÓ DE QUE SE FUERA
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