Introducción
Osiris es el dios egipcio de la muerte, símbolo de la fertilidad y regeneración del Nilo. Es el dios de la vegetación y la agricultura. También preside el tribunal del juicio de los difuntos en la mitología egipcia.
Osiris es el dios de la mitología egipcia que fundó la civilización egipcia introduciendo las leyes y la agricultura.
Etimología de su nombre
- Egipcio antiguo, el nombre es Asar que significa «trono del ojo».
- En egipcio, el nombre es Asir o Usir.
- En castellano, es nombrado Osiris.
Representación
Clásicamente, Osiris es representado con la piel verde o negra, con la barba postiza del faraón, con las piernas parcialmente momificadas, con una corona características, atef, con dos largas plumas de avestruz, el cayado heka y el látigo o el centro uas.
El color verde de su piel representa el color de la vegetación y la regeneración. El color negro está relacionado con la tierra fértil y negra que en cada desbordamiento del río Nilo producía nueva vida al campo.
En jeroglífico, se escribía como:
Un trono y un ojo |
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La historia de Osiris
La historia de Isis y Osiris es la leyenda más importante de toda la mitología egipcia, por lo que ha estado abierta siempre a diferentes interpretaciones.
La maldición de Nut
Osiris es hijo de Geb (dios de la Tierra) y Nut (diosa de los espacios celestes), fruto de una intriga amorosa.
Cuando Ra todavía gobernaba el Mundo, fue advertido de que su hija Nut era amada en secreto por Geb y que, si en algún momento diese a luz un niño, éste gobernaría la humanidad. Ra maldijo a Nut de manera que nunca podría tener un hijo en ningún día y ninguna noche del año.
Nut pidió consejo al gran Thot (dios de la sabiduría), quien estaba enamorado de la diosa. Éste, por medio de su sabiduría, encontró la forma de evitar la maldición.
Thot acudió a Jonsu, dios lunar, cuyo brillo era entonces casi como el del Sol. Lo desafió a un juego, en el que Jonsu apostaba su propia luz. La apuesta consistía en 1/72 parte de la luminosidad diaria de la Luna.
Ambos jugaron y Jonsu fue derrotado. Con esta luz Thot creó 5 nuevos días en el calendario que, hasta entonces constaba de trescientos sesenta días, y los añadió justo al final del año, de manera que no pertenecían ni al año viejo ni al nuevo.
De esta forma, Nut pudo tener a sus 4 hijos y, al mismo tiempo, se cumplió la maldición de Ra.
Geb y Nut tuvieron cuatro hijos:
- Osiris.
- Seth.
- Isis.
- Neftis.
Osiris, el heredero del reino
Osiris, el primogénito, era el heredero del reino y representaba el lado bueno, la regeneración y la fertilidad de la tierra. Seth representaba la aridez, el lado oscuro y las zonas desérticas.
Con el tiempo Osiris se casó con su hermana Isis. Seth se casó con Neftis, pues al ser un dios sólo una diosa podía ser su esposa.
En aquellos tiempos, la humanidad vivía en estado salvaje. Fue Osiris quien enseñó a su pueblo a cultivar los campos y cómo segar y recoger la cosecha para alimentarse. Osiris también dio leyes al pueblo con las que regirse en paz y les instruyó en el respeto a los dioses.
Cuando había acabado su función, Osiris partió a proclamar sus enseñanzas en otras tierras. Dejó a Isis a cargo de Egipto quien gobernó sabiamente en ausencia de su marido.
La venganza de Seth
Una noche Osiris confundió a su esposa con la de su hermano, naciendo de esa unión el primogénito: Anubis, el dios con cabeza de chacal. Seth enfureció ante la afrenta e ideó una refinada venganza.
Mientras Osiris se encontraba en otras naciones, Seth confabuló un plan junto con otros 72 conspiradores. En secreto, obtuvo las medidas exactas del cuerpo de Osiris y fabricó un cofre de maderas nobles, ricamente adornado, como un Rey se merecía y en el que encajaba perfectamente el cuerpo de su hermano.
Tras el regreso de Osiris, Seth decidió dar un gran banquete en honor a su hermano. Isis, enterada de la posible conspiración advirtió a Osiris, quien no vio nada malo en acudir al banquete. La fiesta, a la que habían asistido los 72 conspiradores, fue grande; las mejores comidas y bebidas y los mejores bailes de todo el reino.
En un momento de la fiesta, cuando ya los corazones de los invitados estaban jubilosos, Seth enseñando el cofre dijo, con voz dulce: “Daré este cofre a aquel cuyo cuerpo encaje perfectamente en él”. Los invitados fueron probando uno a uno si su cuerpo encajaba dentro del cofre. Nninguno lo obtuvo porque para unos era largo o corto y para otros demasiado ancho o estrecho. Osiris, maravillado por la grandeza del oro y maderas y por las pinturas que lo adornaban, acercándose a él dijo: “Permitidme probar a mí”. Osiris lo probó y viendo que encajaba afirmó: “Encajo y será mío para siempre”, a lo que Seth respondió “Tuyo es, hermano y de hecho lo será para siempre” y cerró la tapa bruscamente, clavándolo luego con ayuda de los invitados y sellándolo con plomo fundido. El cofre fue transportado hasta el Nilo donde lo arrojaron.
La búsqueda de Isis
Hapi, el dios del Nilo, arrastró el cofre hasta la localidad de Byblos, donde las olas lo lanzaron contra un arbusto de tamarisco, en el que quedó incrustado. El arbusto creció y se convirtió en un grandioso árbol con el cofre incrustado en su tronco. Pronto se corrió la voz de la grandeza del arbusto por las tierras del reino. El rey Malcandro, avisado de la extraordinaria apariencia del árbol, se acercó al lugar, ordenando fuese talado, para, con él construir un pilar que en adelante sujetara el techo de su palacio.
Isis, enterada de la traición de Seth, se propuso encontrar el cadáver de su marido para darle la justa sepultura, digna de un dios, y partió en su busca.
Isis deambuló por toda la tierra en busca del cuerpo de Osiris. Preguntó a todos los que veía, pero no había hombre ni mujer que conociese el paradero del cofre, y la magia que Isis poseía no tenía efectos en tales circunstancias.
La estancia en Byblos
Isis averiguó que el cofre había llegado hasta la localidad de Byblos. Llegó a esta ciudad y se sentó en la orilla del mar. Las doncellas de la reina Astarté, esposa de Malcandro, bajaban cada día al río a bañarse. Isis, a la salida del baño, les enseñó cómo peinarse, trenzando sus cabellos, y las perfumó con las fragancias que emanaban de su cuerpo.
Cuando las doncellas regresaron a palacio, su señora quedó maravillada por sus nuevos peinados, hasta entonces desconocidos, y por las fragancias con las que habían sido ungidas. Las doncellas le relataron su encuentro con una mujer que se encontraba en la orilla, una mujer solitaria y triste que las había peinado y perfumado con sus fragancias.
La reina propuso a Isis que cuidase de su pequeño hijo, que se encontraba al borde de la muerte. Isis aceptó diciendo “puedo hacer que este niño sea grande y poderoso, pero lo haré con medios propios y nadie debe interferir en mi obra”.
La columna de Osiris
Poco a poco el niño fue creciendo. Más tarde Isis, que sentía gran afecto por el niño, decidió hacerlo inmortal, quemando sus partes mortales. Por la noche ponía grandes troncos en el fuego y arrojaba al niño a las llamas; después se convertía en una golondrina y emitía grandes lamentos en torno al pilar en el que se encontraba Osiris.
La reina preguntó a sus sirvientes si conocían qué hacía Isis para que el niño se hubiese restablecido de esa forma. Nadie conocía el secreto de la diosa. Una noche, ávida de curiosidad acudió a espiar a Isis. Cuando vio que su hijo era arrojado al fuego fue a rescatarlo, privándole de la inmortalidad. Isis entonces pronunció las siguientes palabras: “¡Oh madre imprudente! ¿Por qué has cogido al niño?, sólo unos días más y todas sus partes mortales habrían sido destruidas por el fuego y, como los dioses, habría sido inmortal y joven por siempre”. En ese instante Isis adoptó su verdadera forma y la reina advirtió que se encontraba ante una diosa.
Los reyes ofrecieron a Isis los mejores regalos que podía imaginar, pero ella sólo pidió una cosa: el gran pilar de tamarisco que sujetaba el palacio y todo lo que en él estuviese contenido. Cuando se lo ofrecieron Isis lo abrió y tomó el cofre, devolviendo el pilar al Rey.
Columna de Osiris
El regreso a Egipto
Cuando Isis recogió el cofre que contenía el cuerpo difunto de su marido, se estremeció, dejándose caer sobre él. De ella emergió un lamento tan profundamente agudo que el más pequeño de los hijos del rey quedó como muerto en ese mismo instante.
Isis cargó el cofre en un barco ofrecido por el rey y partió hacia Egipto en compañía del mayor de los hijos del rey. Isis usó un hechizo aprendido de su padre y le devolvió la vida para que pudiera fecundarla. Después murió de nuevo y escondió su cuerpo en el desierto. Meses después, dio a luz a Horus.
Mientras criaba a Horus, Seth, que se encontraba cazando una noche, encontró, por la luz de la Luna, el cofre. Encolerizado por el hallazgo, tomó el cuerpo de Osiris y lo despedazó en 14 trozos que esparció a lo largo del Nilo para que sirviese de alimento a los cocodrilos. “¿No es posible destruir el cuerpo de un dios?”. “¡Yo lo he hecho – porque yo he destruido a Osiris!” dijo Seth riendo, y su risa se oyó en todos los rincones de la Tierra, y todos aquellos quienes la percibieron temblaron, estremeciéndose de terror.
La primera momia de Egipto
Isis debía empezar de nuevo su búsqueda, pero esta vez no se encontraba sola. Contaba con su hermana Neftis, esposa de Seth y con Anubis, hijo de Osiris y Neftis. Poco a poco, Isis fue recuperando cada uno de los trozos del cuerpo, envolviéndolos en cera aromatizada. Sólo un pedazo quedó por recuperar, el miembro viril, comido por el lepidoto, el pagro y el oxirrinco. Estas especies que quedaron malditas a partir de ese momento. Nunca más ningún egipcio tocaría o comería pez de esta clase. Isis reconstruyó el cuerpo y, gracias a Anubis lo embalsamó, convirtiéndose en la primera momia de Egipto.
Los dioses, impresionados por la devoción de Isis, resucitaron a Osiris como dios del inframundo.
Osiris, juez de los muertos