LAS TRES TRANSFORMACIONES DEL ESPÍRITU EN NIETZSCHE
Según desarrolla Friedrich Nietzsche en su obra Así habló Zaratustra, en el capítulo de las transformaciones, existe un recorrido donde logramos la transformación de todos los valores.
Existen tres transformaciones del espíritu: el camello, el león y el niño. En este camino nos muestra como los hombres, de forma metafórica, cambian su antigua moral por nuevos valores.
EL CAMELLO
La primera figura es la del camello. El espíritu se encuentra introducido en la moral tradicional, la cristiana. Es servicial, sigue los modelos que le han sido impuestos y las normas morales. Se toma la humillación como valor, igual que la dedicación a los demás, por ello Nietzsche le asigna el nombre de camello, es aquel que se arrodilla para llevar las cargas. Es el espíritu que se somete a los valores cristianos y tradicionales.
Existe la posibilidad de que el camello intente huir de las cargas hacia el desierto, es decir huir de las responsabilidades que le habían sido impuestas por los demás. Es en este momento cuando se produce la transformación del camello en león, en la soledad del desierto.
EL LEÓN
El león es descrito como el espíritu que se enfrenta a la moral tradicional. Nietzsche figura este enfrentamiento entre el león y el dragón. El león pretende alcanzar su libertad manifestando el “yo quiero”, mientras que el dragón representa los anteriores valores manifestando el “tu debes”, imponiendo así entre la libertad y la determinación. El león es el espíritu desafiante que intenta destruir al camello y vencer al dragón. Esto es muy importante para adquirir nuevos valores.
EL NIÑO
Al alcanzar la libertad, el león se convierte en niño. Esta figura representa la tercera transformación del espíritu de Nietzsche. En ella se encuentra la mejor posibilidad para creación de nuevos valores. El niño empieza a jugar, en este juego se necesita poder decir sí, es decir, crear esos nuevos valores para conquistar su nueva forma de ver el mundo, es decir, este otro punto de vista que adquiere mediante su nueva voluntad al no quedar nada de las figuras anteriores, el camello y el león. El niño es el espíritu creativo con el que acaba el recorrido del camino hacia la transformación de los valores.