Las redes sociales han llegado para quedarse y su notorio avance ha creado una realidad de la que nadie está a salvo.
«Hay que conocer el límite de utilización de éstas y asegurarse de que nunca te dominen»
Todos los adolescentes, sin excepción alguna, tienen algún tipo de red social desde Instagram, hasta Facebook, sin olvidar, por supuesto, la famosa de red de mensajería, Whatsapp. El criterio de elección varía debido a factores muy diversos, siendo la edad y el país los más influyentes.
Las investigaciones muestran que su creación genera una doble vida, conformándola dos personas con características completamente diferentes: la virtual y la real, que muchas veces adquiere vida propia.
De hecho, hay personas que alardean por poseer muchos seguidores y likes en internet pero que, en la vida diaria se encuentran aisladas sin ayuda en momentos de verdadera necesidad.
Un caso muy evidente sería el de la muerte de la influencer Celia Fuentes, encontrada ahorcada en su casa de Majadahonda (Madrid), víctima de la presión y de los problemas del personaje que ficción que protagonizaba.
Horas antes de su fallecimiento había subido una foto en ropa interior de la firma Calvin Klein en su red favorita .Aunque, fue en uno de sus últimos mensajes dónde le expresó a una amiga su soledad y que todo “era fachada” y su vida “un teatro sin pausa ni salida”.
Del mismo modo no pasaba una hora que no mirara el recuento de me gustas de sus fotos.
Estudios realizados por la Oficina del Defensor de la juventud en 2014 y 2015 concluyen que el 47% de los adolescentes hace una «utilización excesiva» de las nuevas tecnologías, y hasta un 9% se puede catalogar como «adicto» a las mismas.
Asimismo, la Organización Mundial de la Salud indica que una de cada cuatro personas registra trastornos de conducta por culpa de las nuevas adicciones, como en este caso, la angustia e hipersensibilidad.
Muchos adolescentes, del mismo modo quieren seguir los pasos de personas famosas, en niñas generalmente modelos, siendo el “role model» de los niños los futbolistas.
No nos damos cuenta de que muchas de las cosas que exponen son inverosímiles e utópicas, en especial en cuanto a la imagen física. No suele corresponder la imagen virtual a la realidad ya que la perfección no puede existir, e igual de importantes son los valores morales y éticos de la vida verdaderamente auténtico.
Para ejemplificar este realidad “tabú” y “socialmente aceptada” me gustaría dejar el siguiente link, que espero sea útil para un cambio de mentalidad mundial.
Deberíamos de volver a pensar sobre los valores de la sociedad actual y destacar de la misma manera la belleza de la diversidad e imperfección.Aquí es donde llega el codiciado Photoshop -“técnica maravillosa para mejorar y llegar a la perfección formal tan globalmente demandada”- que solo sirve para dar una imagen de nosotros mismos que no tenemos pero que querríamos tener, sin embargo, sería mejor que nos aceptásemos nosotros mismo ¿o no?¿porqué se quiere dar una imagen de perfección cuando en realidad no existe?¿no sería mejor aprender a aceptarnos?
Hay que saber el límite de utilización de éstas y nunca dejar que en vez de dominarlas tú, ellas te dominen, ya que hay personas que se convierten en verdaderas esclavas por esta causa. Tenemos que ser muy rigurosos con respecto a la información que damos ya que nunca desaparece y puede tener consecuencias.
Por ello, el gobierno es el que se debe de encargar mediante las charlas de sensibilización de hacer entender a los estudiantes, grupo social más vulnerable, el buen uso de la identidad virtual. Hay muchas desinformación y es necesaria la toma de un número considerado de medidas para asegurar el estado de bienestar.
La epidemia del SXXI será, sin duda, el síndrome de abstinencia tecnológica. Manuel Molina, director gerente de la Agencia Antidroga de la Comunidad, advierte de que las víctimas de esta dependencia padecen un cuadro similar al que se presenta una persona a la que se le prohibe el consumo de estupefacientes.
Como la sociedad es a la misma vez víctima y verdugo, es necesario que pesemos en una balanza si los beneficios son tan numerosos que compensan sufrir sus consecuencias. Pero, como siempre, nadie es capaz de dar el primer paso hacia el progreso que es, el autocontrol, no solo en la tecnología sino en la vida en general.