Quienes bajo una correcta inducción se suman y van conociendo el método Montessori, se suman gustosamente a una plusvalía en la enseñanza desde la posición del infante / estudiante, que permite interconectar y crear de manera continua, transformando al aprendizaje en una aventura bidireccional de conocimiento, la cual se va transformando en una naturaleza alterna y sólida en la actitud del alumno como del maestro.
Así, sea utilizando cualquiera de los elementos claves y ajustables de esta metodología, sea la mesa Montessori que se utiliza para el aprendizaje interactivo o alguna de las dinámicas interpersonales, todo el proceso de aprendizaje pasa del saber al refuerzo y a la aplicación en una simbiosis siempre viva, que va formando a la personalidad e instando a la mente a siempre encontrar mejores opciones pródigas para el beneficio de todos.
¿En qué se fundamenta?
Para ir conociendo el método Montessori hay que entender que éste se fundamenta en los planteamientos de su creador, María Montessori, método que se imparte y supervisa a nivel mundial de manera metódica y algo estricta, siempre buscando que los acreditados cumplan con las características fundamentales para ejercer adecuadamente el rol docente que esta pedagogía amerita.
Este método se fundamenta en el principio de que cada niño lleva dentro de su ser, las potencialidades del hombre que un día puede ser y será, por lo cual el docente ha de ser copartícipe en la construcción de la forma en que éste puede desarrollar al máximo sus capacidades físicas, emocionales, intelectuales y espirituales. El o la alumna deben tener esa libertad que se logra a través de la autodisciplina y el orden, sin que éstos sean por coacción, sino por:
- Ejemplificación por parte del docente que va conociendo el método Montessori a la par de que lo aplica.
- Emular logros de los compañeros, siempre recordándoles que son personas independientes y con una personalidad y destino propios.
- Elementos estimulantes para aprender a pensar y sentir en perfecta comunión con sus ideales, valores familiares, bondades o desventajas del entorno y sobre todo, su personalidad.
- Canalización para ser útil para sí mismos como para la sociedad, evitando así los traspiés que puedan trastocar a los valores éticos y morales.
Conociendo el método Montessori
Podemos sintetizar la esencia del método Montessori como la forma diferente y ética de ver a la educación, en la que busca que el infante saque a la luz todo su potencial en diversas áreas del saber y del hacer, logrado ello a través de la interacción en un ambiente idóneamente preparado, con materiales inteligentes y apropiados, infraestructura diseñada para crear, adosado con mucho afecto, compañía y respeto a sus individualidades.
Son estos ambientes donde los infantes –incluso sin saber- van conociendo el método Montessori de manera vivencial, teniendo siempre la posibilidad de continuar un proceso individual que es guiado y supervisado por profesionales especializados. Dicho proceso individual no es precisamente para cultivar la personalidad del yo, sino una personalidad prolija, afable y potenciadora.
Ergo, el niño aprende a dar igual o más, de lo bueno que recibe y lo que puede por sí mismo construir, educacionalmente hablando.
Los adultos que van conociendo el método Montessori y aplicándolo, adquieren conocimientos con inteligencia a la par de que los niños lo van adquiriendo con su vida psíquica e interactiva.
Porque es viviendo que el niño aprende su lenguaje, sus costumbres, sabores y fechas históricas, gracias a lo que se le conoce como mente absorbente, una mente quizá difícil de concebir y seguir, pero por demás privilegiada por crear, atreverse y si falla, busca subsanar, corregir, recomponerse y seguir.